Al desvergonzado presidente de la Diputación de Castellón le ha salido gratis defraudar al fisco.
Si uno quiere evadir impuestos, tiene varias opciones, que paso a exponer por orden de menos a más eficaces: a) encomendarse a algún miembro del santoral vaticanista; b) consultar al primo de un cuñado, que “sabe” de estas cosas; c) tener algún amigo inspector de Hacienda que nos pueda echar una mano en caso de ser pillados; d) contratar a un experto fiscal que se maneje en eso de la ingeniería financiera; e) ser un perfecto chorizo pero estar bien situado en el PP, con un buen pedrigí fascista y contar con el apoyo de miembros destacados de la judicatura, también alineados con la rama más franquista del PP. En este último apartado encaja a la perfección el Fabra de Castellón. En cualquier otro país con un cierto marchamo de calidad democrática, sería una vergüenza nacional que un tipo como Fabra no sólo viera su caso sobreseído, sino que estuviera todavía en libertad. Dejo aparte el caso de Italia, que carece de calidad democrática y tiene un primer ministro tan chorizo, tan mafioso y, además, tan casposo y hortera como Fabra. Son dos tipos dignos de haber sido protagonistas de una película española de los años 50, tipo “Manolo guardia urbano”, pero venidos a más. Ahora bien, en España pasan estas cosas. Y pasan aquí estas cosas porque el estamento menos democratizado del país pese a su importancia es el estamento judicial. Reconozco que si veo venir de frente a un juez, sobre todo de más de 50 años, me cambio de acera por si acaso. Añado de inmediato que estoy convencido de que hay jueces dignos, justos y demócratas… ¡¡¡pero son poquísimos!!! Si no, que se lo digan a Garzón. Y Fabra estará tan contento. Y sacando pecho, seguro. Y presumiendo de inocencia, qué duda cabe… Entretanto, los españoles normales (que haberlos los hay) seguiremos diciendo: “Pero cómo no iban a prescribir los delitos de Fabra si los jueces, con la complicidad ominosa de la Consejería de Justicia (???) de la Generalitat de Valencia, han ido aplazando la instrucción de la causa mes tras mes, año tras año. Así que ya sabéis, si queréis evadir impuestos y que no os pillen ni os multen ni os metan en la trena, haced como Fabra: sed unos chorizos (claro que eso no se hace, se nace); haced amigos entre la gente importante del PP (si estáis preparados para el choque emocional); y buscaos un enchufe con algún juez del Supremo (esto está difícil porque hay demasiados candidatos a lograr ese “privilegio”)… Yo, de momento, voy a visitar a mi psiquiatra (primero lo buscaré) para que me cure un problema que me ha acometido de forma furibunda esta mañana: cada vez que escucho palabras que me recuerdan a Fabra (chorizo, diputación, impuestos, prevaricación, cohecho, premios de lotería, productos fitosanitarios…, tengo una lista casi interminable), me entran unas ganas terribles de vomitar. Hay tres condiciones que no pueden darse juntas en una misma persona. ¡Es imposible!
Si una persona es inteligente y honesta, no puede ser del PP. ¡Es imposible! Si una persona es inteligente y del PP, no puede ser honesta. ¡Es imposible! Si una persona es honesta y del PP, no puede ser inteligente. ¡Es imposible! (Está científica y empiricamente comprobado, y si no fuera cierto, siempre seguiría siendo divertido... ¡¡y una verdad como un templo!!) Leía ayer en un periódico nacional que Esteban González Pons –por mandato de la superioridad pepera o por propia satisfacción, también llamada gustirrinín– ha asumido el papel de malo de la película, es decir, el señor (con perdón de los señores) que actúa como martillo pilón de la política, con un destinatario casi invariable de sus martillazos, Zapatero, aunque, por supuesto, también nos vemos obligados a aguantarle los sufridos ciudadanos que nos topamos con su cara de alumno aventajado de los jesuitas encantado de haberse conocido.
Suele darse a este tipo de personajes el sobrenombre de “mamporreros”, por aquello del gusto que les proporciona el reparto de mamporros. Claro que, ateniéndome al primer y principal significado, y no al metafórico, del término, el mamporrero es el gañán de cuadra que, ayudándose de un palo, azuza y dirige el miembro del caballo para que éste logre realizar satisfactoriamente la coyunda con la yegua o la burra (según la pareja que se le haya asignado). Hay que tener en cuenta que el fruto inguinal equino es de muy considerables dimensiones Y siguiendo una línea muy personal de pensamiento, llego a la conclusión de que este término también le va muy bien al señor G. Pons, pues transmuto al noble cuadrúpedo en un ser colectivo (menos noble), que es la masa social de la derecha-derecha, y entiendo que el señor G. Pons cumple atinadamente su papel de mamporrero, estimulando y excitando el miembro de ese ser que es la masa social de derecha-derecha, y que tratándose de una importante masa social debe ser un miembro descomunal, casi como el del chiste del argentino (otro día os lo cuento). Lo que ya no me queda tan claro es si esa masa social llega a tener una coyunda y un orgasmo político satisfactorios. Aunque viendo la cara de éxtasis que adoptan cuando escuchan a su mamporrero, colijo que así es. Ya sé que este pensamiento de hoy es, al menos aparentemente, un tanto trivial y hasta estrafalario. Pero me divierte la idea de que, en el fondo, la tarea del señor G. Pons dentro de su partido sea la de actuar a mitad de camino entre una pajillera de cine de barrio y un asesor sexual que encamina adecuada y cuidadosamente los pasos del miembro viril de sus votantes. Y no olvidemos que para la derecha social, al menos para los varones de la derecha social, hay tres premisas sine qua non: - Tenerla más grande que nadie. - Mear más lejos que nadie. - Hacer las cosas por cojones... Señor Pons, bien explicado, ahora todo cuadra: ¡es usted un perfecto mamporrero pepero! Si hay algo que me pone enfermo en términos políticos –por supuesto, dejando a un lado a los peperos, que es ya una batalla perdida–, es cuando escucho y leo a “los puros de la izquierda-izquierda”, y ya me entendéis.
Los puros de la izquierda-izquierda son esos especímenes que se pasan la vida teorizando sobre cómo debería ser un mundo feliz a la izquierda de todas las corrientes de pensamiento y criticando cualquier medida o decisión política de carácter gubernamental, en especial si quien la acomete es el PSOE. Ojo, que no quiero con esto decir que haya que estar siempre de acuerdo con todo lo que haga un gobierno socialista, ni mucho menos. El actual ha hecho cosas muy buenas; cosas buenas; cosas regulares; y cosas criticables, qué duda cabe. Ciertamente que ser un teórico puro de la izquierda ideológica es muy cómodo (aunque para los otros se pueda llegar a ser una mosca cojonera). Claro, para teorizar no hay que mojarse; ni hay que adoptar medidas difíciles; ni hay que dar cuentas a nadie de nuestras decisiones –salvo a nuestra señora madre, si vive, que está encantada de tener un(a) hijo(a) tan listo(a) y tan valioso(a). Ejemplos de actitudes (en mi opinión políticamente patológicas) típicas de un puro de la izquierda-izquierda hay muchas. Pero hoy viene a cuento de algunos comentarios leídos en la prensa escrita y oídos por la radio, en el sentido de que quizás el gobierno de Zapatero es excedió con la declaración del decreto de estado de alarma y militarización del control aéreo. Vienen a aseverar los de la pureza izquierdil (“bendita sea tu pureza y eternamente lo sea”, les podría rezar, como antaño a la virgen María) que qué dirían algunos si lo mismo lo hubiera hecho el PP. ¡Vaya majadería! (Lo que hizo el PP fue regalar a los controladores unas condiciones laborales y unos sueldos de vergüenza.) Añaden que “no debe de ser tan poca cosa el estado de alarma cuando no se ha decretado ninguna en 30 años”. ¡Estupendo! Para adoptar una medida excepcional, en opinión de este puro, es fundamental que tal medida haya sido adoptada antes. ¡Un genio del pensamiento político! Para refrescar la memoria de los puros (pero que leen y se informan poco), el artículo 116.2 de la Constitución establece el derecho de un Gobierno a declarar el estado de alerta en los casos siguientes: · Grave riesgo, catástrofe o calamidad pública, tales como terremotos, inundaciones, incendios urbanos y forestales o accidentes de gran magnitud. · Crisis sanitarias, tales como epidemias y situaciones de contaminación graves. · Situaciones de desabastecimiento de productos de primera necesidad. · Paralización de servicios públicos esenciales para la comunidad y concurra alguna de las circunstancias o situaciones anteriores. Ni siquiera me molesto en añadir que, por supuesto, en ninguno de los comentarios hechos por los representantes de la izquierda pura he podido leer alguna medida o decisión alternativa a la adoptada por el gobierno de Zapatero. Vamos, que ya que tienen todo tan claro, podrían iluminar nuestra tarda mente con su preclara visión del mundo e insinuar (siquiera insinuar) alguna solución pura de izquierdas. Para mí, la cosa está clarísima. Aunque, a lo mejor resulta que yo soy un zote; o que no soy tan puramente de izquierdas. Pero yo estoy más bien por la teoría de que para ser progresista de izquierdas no es preciso estar siempre en contra del gobierno socialista. Porque, pasando revista a multitud de hechos y circunstancias vividas en esta y la anterior legislatura, cuando se producen determinadas situaciones de difícil gestión gubernamental, los puros de izquierda acaban formando piña con la gente del PP (¿os acordáis de la famosa pinza de infausto recuerdo?). ¿Será que los extremos se tocan? O será que algunos le han encontrado un gustillo especial a ese deporte tan nuestro de tocar los huevos... Leemos estos días con fruición las vergüenzas sacadas a la luz por Wikileaks. Las leemos entre divertidos y asombrados. Los seres humanos tenemos una cierta debilidad por el cotilleo. Casi todos somos un poquito Peeping Tom y nos regodeamos descubriendo culos-acciones-desnudos-pensamientos ajenos, sobre todo si en ese descubrimiento salen malparados nuestros enemigos..., vamos, que tienen un desnudo lleno de celulitis. En el fondo, de todo lo publicado, podemos sacar dos grandes conclusiones: la primera, que nada de lo descubierto puede realmente causarnos asombro, pues los gobiernos, todos los gobiernos del mundo, están compuestos por personas (algunas no llegan a tanto, qué se le va a hacer) que, junto a ciertas virtudes (escasas, la verdad sea dicha), están dotadas de las normales debilidades humanas, o sea, que mienten, engañan, alardean de lo que no son, camuflan sus carencias, están llenos de miedos, se pavonean ante el espejo de los medios, desean en silencio y con torva mirada a la mujer del prójimo, ambicionan lo que no tienen, se equivocan pero no lo reconocen, envidian, calumnian...; la segunda conclusión es que, más que leer todo esto entre divertidos y asombrados, deberíamos leerlo entre escépticos y asqueados. Dice hoy El País que lo bueno de estas noticias filtradas a los medios es que demuestran que los grandes del mundo, por muy poderosos que sean, a partir de ahora deben saberse vigilados y controlados. Me río yo de lo que a los grandes del mundo les importa que se sepa lo que piensan, lo que dicen ni, mucho menos, lo que hacen.
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April 2022
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