Quién lo hubiera dicho... Ha tenido que ser una sentencia judicial (eso sí, con un voto particular contrario al dictamen del resto de magistrados) la que viniera a dar el puñetazo definitivo en el rostro macilento del PP provocando su desplome definitivo sobre la lona del cuadrilátero político. Era gozoso ver ayer las expresiones, en otros momentos chulescas y provocadoras, de algunos diputados y miembros del gobierno, convertidas en tristes máscaras en las que se mezclaba la incredulidad y el abatimiento. Y fue especialmente significativo el comportamiento irrespetuoso y cobarde de Rajoy, ausentándose del hemiciclo durante toda la tarde, mientras se debatía la moción de censura a su gobierno, para refugiarse en un bar hasta las 10 de la noche, aunque de esa cobardía y falta de gallardía ha hecho gala abundantemente durante los casi siete años que ha estado al frente del gobierno de la nación, ignorándonos con sus insultantes silencios y sus huidas tras alguna oportuna pantalla de plasma. Nunca he podido comprender cómo un ser tan insustancial y carente de la menor talla intelectual (no hablemos de la talla moral, que eso da para varios capítulos separados) ha podido alcanzar podio tan alto, ni cómo dicho podio ha podido estar ocupado por un personaje de tan poco mérito y valía. En todo caso, una vez celebrado con alborozo el hecho hasta anteayer incierto de la caída del PP, cabe hacer algunas consideraciones acerca del escenario político que se abre ante nosotros y que se irá desplegando y aclarando a lo largo de las próximas semanas (incluso meses o años).
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April 2022
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