La Romería del Rocío ha escrito una nueva página en su historia ya que la procesión de 2011 ha sido la primera suspendida por un fallo en el paso, en esta ocasión por la rotura de un varal por lo que la Virgen ha vuelto a su templo cinco horas después de salir. Hasta aquí la noticia, que ha provocado "estupor y dolor" entre los almonteños. ![]() Que los rituales, ceremonias, actos litúrgicos y demás zarandajas apostólicas y romanas son cosas que me irritan sobremanera es algo que no cogerá por sorpresa a quienes me conocen bien. Que entre las múltiples manifestaciones anacrónicas y tridentinas con que la iglesia católica nos obsequia a creyentes y no creyentes (con ayuda de los medios de comunicación, públicos y privados) las hay de muchos tipos es algo que cae por su propio peso: las hay aceptables (las que se desarrollan intramuros de las iglesias; tolerables (las que apenas alteran la vida de quienes no participan en ellas); inaceptables (la misa por RTVE); e insufribles. De estas últimas hay un buen número, pero singularizaré una que, sin ánimo de ofender a nadie, me crispa los nervios de forma muy especial: el Rocío. Como soy consciente de que mi anticlericalismo puede en ocasiones ofuscarme y conducirme a actitudes de cierta intransigencia (puramente intelectual, aclaro), quiero desmenuzar mis sentimientos respecto de esta romería, tan idolatrada para muchos, pero que a mí me produce lo que podríamos definir como un “sarpullido del estado de ánimo”, si es que tal cosa es inteligible. ¿Qué hechos, conceptos, actitudes, gestos, frases y circunstancias concita esta manifestación católica para que, cuando oigo hablar de ella o veo escenas de su desarrollo en la tele se me disparen todas las alarmas del sistema nervioso? Vayamos por partes: ![]() La Raya Real El destrozo del medio ambiente Para llegar a su destino mariano, los romeros (y romeras, faltaría más) tienen que pasar por el Parque de Doñana, un espacio natural teóricamente “protegido”. Ese camino que atraviesa Doñana se conoce como la Raya Real. Así lo reconoce una popular sevillana que se canta en esos días. Por la Raya Real van tres morenas que solo con mirarla quitan las penas, la más alta de todas es de la Palma la de los ojos garzos me roba el alma. Me roba el alma la del pañuelo blanco, es tan bonita que parece la Virgen que está en la ermita. Todo muy alegre, muy bonito, muy folclórico, muy musical y muy poco respetuoso con el medio ambiente porque ese camino es realmente un cortafuegos del Parque. Una Orden de la Junta de Andalucía limita y restringe el paso por el mismo para motos, quads, todoterrenos y coches particulares porque hay una flora y una fauna que se debe respetar ya que está en peligro de extinción. Aunque recuerdo aquello que decía creo que Gila que, para algunos españoles, la “fauna” y la “flora” son dos cabareteras. ![]() Pero cuando llega la romería del Rocío, se acabaron las prohibiciones y las limitaciones… eso sí, para sólo las hermandades, que son asociaciones religiosas “de interés cultural”. A éstas se les da patente de corso. Ahora, por imperativo legal, tienen que registrar y comunicar a la autoridad competente las matrículas de los coches que van a participar. Pero no parece haber limitaciones, salvo que, como le pasó a una tal Paqui (cuyo agobiado y triste mensaje de auxilio encontré en un foro y, por su interés sociológico transcribo más abajo literalmente, sin tocar una sola coma), a uno se le pase la fecha y no llegue a tiempo para inscribirse. ¡Pobre Paqui, qué disgusto, con el respeto con el que ella va siempre a los sitios! 1 - paqui (26-05-2011) yoquiero cruzar la raya real las hermandade tres queido dice que ya estan presentada las matricula como puedo hacerlo yo me andicho presente una peticion sola pero no es seguro yo quiero ir pero legá y respetando todo comosiempre voy atodo sitio con educasion y respeto ![]() Mientras dura la romería, miles de personas, docenas de carromatos, cientos de caballos, centenares de coches (legales) atraviesan un espacio que, salvo para las normales tareas agrícolas, se mantiene libre de tránsito, pues debe ser un rincón de paz y respeto a la naturaleza. Pero esos miles de personas dejan a su paso, aparte del ruido y la inmensa polvareda (me refiero al polvo del camino; del otro, imagino que también), toda clase de restos (pese a las indicaciones en sentido contrario puestas en carteles a lo largo del camino), restos que incluyen –en lugares discretamente apartados de la Raya Real, por aquello del pudor natural– las inevitables micciones y los excrementos que nuestra humana fisiología nos obliga a eliminar del cuerpo cada cierto tiempo. ![]() La estética religiosa y pseudorreligiosa Antes de nada, reconoceré públicamente que (todos) los ceremoniales religiosos me parecen poco estéticos, cuando no profundamente antiestéticos (salvaría de la quema quizás los ritos del hinduismo de Bali, que hace años presencié y me parecieron de una sencillez y una naturalidad muy alejada de lo que es habitual en la mayor parte de las religiones del mundo). Pero yo me pregunto, ¿qué tiene que ver la fe –que cuando existe debería ser un acto íntimo y silencioso– con la exhibición de vestidos de faralaes (eso sí, de diseño carísimo, por supuesto), con los señoritos a caballo luciendo palmito y sombrero cordobés, con las juergas de sevillanas a mitad de camino (para demostrar las destrezas aprendidas en la academia de baile durante el invierno)? ![]() Ya empiezo por no entender (no lo entendí nunca, ni siquiera cuando era un niño católico de la España franquista) la sinrazón de que un mismo personaje (especialmente si ese personaje se le da la consideración de divino, de madre de dios), reciba miles de denominaciones y se establezca una especie de pugilato entre pueblos, ciudades, regiones e incluso naciones por determinar cuál de las madres de dios (que se supone que es una) es más milagrosa, más “importante”, más “guapa”. ¡Por favor, cómo puede caber tanta caspa en un solo concepto! “Nuestra virgen es la más grande y la más adorada”. “Pues anda que la nuestra. Dónde vas tú a comparar…” Pero cuando llega el momento del “salto de la reja”, un sentimiento de vergüenza ajena me invade con tal intensidad, que debo desviar los ojos del televisor, si es que, por ventura, tal acontecimiento se muestra sin previo aviso a mitad de las noticias. Ver a unos hombretones como castillos dispuestos a dar el salto para “raptar” a la “blanca paloma” (denominación que también me produce alteraciones en las meninges); ver y escuchar los gimoteos y los piropos de los y las fieles que rodean la ermita –la mitad van bien empapados en bebidas espirituosas–; contemplar la histeria colectiva a la vista del paso de su virgen que se bambolea como un barco a la deriva…, son cosas que superan mi capacidad de asimilación de determinados aspectos de la condición humana. Por un momento, he tratado de imaginarme a mí mismo como si fuera la virgen del Rocío en vísperas del salto a la reja, y me ha dado un sobresalto, se me ha erizado la piel y he exclamado en una especie de alterado duermevela: “¡Joder, ya están aquí otra vez estos pesaos, ¿no podrían olvidarse de mí algún año estos cafres?!”, aunque dudo de que tal exclamación pudiera encajar en el acervo lingüístico de la virgen… ![]() Los simpecados Añadamos a todo lo anterior que esta denominación de la virgen representa la visión más tridentina y fundamentalista de la fe católica. Todas las hermandades que la acompañan y rinden culto tienen un estandarte. Y el nombre de esos estandartes es toda una declaración de principios: son los “simpecados”. Aunque ya podéis imaginar (y sin duda habréis ya adivinado), tal nombre procede del españolísimo dogma católico de la inmaculada concepción, según el cual todos los hombres nacen con un pecado original (manda narices con el sentido de la justicia de dios, hacer que cada hombre nazca con pecado sin comerlo ni beberlo), menos la virgen que estaba destinada a ser la madre de dios y tenía que ser pluscuamperfecta. ¡Todo un montaje de ingeniería ideológica religiosa! Una de las frases esenciales del catolicismo es “sine labe concepta” (sin pecado concebida). Y para que quede claro, en el Rocío, cada hermandad lleva un estandarte “ricamente bordado” con la imagen de la “blanca paloma”, que de ese modo se repite a sí misma, monótona, como una letanía interminable: simpecado, simpecado, simpecado, simpecado… ¡que quede claro! ![]() Apuesto que si se hiciera un examen (una pequeña encuesta) entre los participantes en este sarao religioso-folclórico y se les pidiera que explicasen en qué consiste el pecado original, los más listos se quedarían en la anécdota de la serpiente y la manzana (los hombres, de paso, harían un chiste a propósito de lo malas que son las mujeres, pues Eva incitó a Adán a pecar). Y si se les pidiera que explicasen el principio teológico de la concepción inmaculada de María, que es su “blanca paloma”; si se les preguntara cuándo se convirtió esa creencia en dogma y si habían oído alguna vez hablar de la encíclica Ineffabilis Deus, dirían sorprendidos “¿Y eso qué es lo que es?” Porque no hay más que verles y escucharles para darse cuenta de que las lágrimas y falsas emociones, las canciones y las palmas, los piropos y los gritos que se lanzan en la romería y la posterior procesión responden a algo –prefiero no definirlo para no ofender a nadie– que nada tiene que ver con ninguna fe. ![]() Coste para las arcas públicas Dicen los que entienden de estas cosas que la asistencia a la romería le cuesta a cada romero aproximadamente 1.500 euros. ¡Allá cada cual con su dinero! ¡Y con sus deudas! Cabría pensar que en situación de crisis habría un descenso notable de participación. No ha sido así. Eso, a su vez, me hace sospechar que los romeros del Rocío son gente a la que la crisis le ha afectado poco. Pero, y esto sí es importante, leo en Internat, en el portal oficial de Almonte, que el pasado año la Junta de Andalucía gastó 1.430.000 euros en un dispositivo especial para garantizar la seguridad durante la romería del Rocío -el Plan Romero- en el que participaron 6.000 agentes y 300 voluntarios. Millón y medio de euros de dinero público gastado para garantizar la seguridad en un acto religioso. ¿Qué porcentaje de ese dinero ha sido aportado por la iglesia católica? No busquéis datos ni en Internet ni en los archivos del obispado de Huelva. No encontraréis el menor indicio… porque la iglesia católica nunca aporta nada en esos fastos mundanos. ![]() Y alguien podrá decirme: “¿Y a ti qué te importa? Limítate a no participar. Ignóralo. Mantente apartado de todo eso”. Y yo digo: “Ya lo hago. Ya me mantengo alejado”. Pero es que, cada año, los periódicos, las radios y televisiones me lo cuentan, me lo meten por los ojos y los oídos como si fuera algo maravilloso, una tradición que enriquece nuestra herencia cultural. Y herencia, puede que lo sea, aunque yo personalmente renuncio a ella. Pero cultural…, ¡por favor, permitidme que lo ponga en duda! Puesto que dicen que como muestra sirve un botón, os adjunto un enlace a un blog en el que se presenta, con orgullo apasionado, la romería del Rocío entre otras fiestas de Almonte. No tiene desperdicio. Ni lo que dicen ni como lo dicen. Todo esto es a la cultura lo que la expresión “¡Vivan las caenas!” era a la libertad. Por cierto, el nombre del sitio web es camperdiem. ¿Habrán querido decir “carpediem”? No lo sé. http://www.camperdiem.es/cmprdm/index.php?topic=1455.0 |
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