EL BLOG DE MIGUEL VALIENTE
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Enfoques y opiniones

de un homo civicus

Gabinete a cala y a cata

9/6/2018

Comentarios

 
     No quiero dejar pasar más tiempo sin comentar la formación del nuevo gobierno que ha formado Pedro Sánchez. En las conversaciones que he mantenido al respecto con distintas personas, mi postura ha sido en todo momento la de defender la conveniencia de esperar y dar un margen de tiempo para emitir opiniones, sobre todo si se trata de opiniones adversas. Y lo mantengo. Pero ello no obsta para que, a la vista de las personas elegidas para sacar adelante la política española en un momento tan delicado, sea inevitable tener no tanto opiniones como sensaciones, percepciones y –por qué no– presentimientos.
      A fin de que mis ideas no pasen de mi cabeza a la pantalla de forma totalmente desordenada, voy a ir exponiéndolas por capítulos o temas separados.
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     Comenzaré por el aspecto más evidente: la aplastante mayoría de ministras en el nuevo Gabinete. Es este un acierto indudable de Sánchez. Habiendo como hay más de una y más de dos personas  valiosas para cubrir cualquier cartera ministerial (hipotéticamente, pues luego viene la realidad a fastidiar muchas expectativas), es mucho mejor satisfacer lo que es una exigencia incuestionable de nuestros tiempos y dar paso a más mujeres que hombres a puestos de responsabilidad política. Digamos que en este aspecto Sánchez ha estado fino y con olfato político. Es más, ha confiado a sus ministras algunas de las carteras de más peso de su gabinete. Podríamos añadir un divertido comentario a modo de estrambote: "Sánchez ha nombrado a 6 ministros masculinos. Esperemos que lo haya hecho por su valía y no por cumplir con las cifras".
    Un segundo aspecto que me ha producido honda satisfacción ha sido ver la definitiva desaparición de la protocolaria mesa de promesa (que no “jura”) de cargos de los consabidos símbolos religiosos: el crucifijo y los Evangelios. Estos, de tener una presencia abrumadora en tiempos de Suárez (debidamente arrodillado para la ocasión, como si en vez de jurar el cargo fuese a comulgar), han sido relegados al lugar de donde no deben nunca salir (la iglesia) tras haber pasado por una discreta versión “estilizada” y algo menos aparatosa con Rajoy. Esta vez hemos podido ver una mesa laica, o sea, civil(izada) sobre la que solo estaba la Constitución (todavía sin reformar, por desgracia). Es la primera vez que esto ocurre en la historia de España, pese ser desde hace ya 40 años, legal y supuestamente, un país laico. Alegra destacar que, desde la época de los apolillados José Bono y Paco Vázquez, ya no asoma sus orejas ningún socialista meapilas (a no confundir con creyente, que esa es harina de otro costal).
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     Paso ahora a reseñar un aspecto que, a menos que se trate de mera bambolla o falso revestimiento, denota un intento de dar un importante cambio de dirección a determinadas áreas de la política. Se trata de los nuevos nombres y las nuevas competencias de los ministerios. Por ejemplo, es alentador que se haya separado de nuevo el área de Universidades del Ministerio de Educación y que, además, lleve aparejada una Secretaría de Estado de Ciencia, Investigación e Innovación. ¿Seremos capaces alguna vez de poner a España a la altura de un país moderno y avanzado en el terreno de la investigación, o seguiremos exportando investigadores a otros países donde se les valora y paga adecuadamente? Es asimismo estimulante ver que el Ministerio de Trabajo incorpora el nombre añadido de Migraciones, con una Secretaría de Estado. Me pregunto si en la mente de Sánchez está la idea de borrar la vergüenza en que nos ha sumido el PP con el tratamiento dado a los refugiados. Será también tarea de dicho ministerio desarrollar una labor pedagógica que ayude a ciertos españoles a entender que los inmigrantes aportan riqueza a España, y que no son un lastre para el país. Reconforta que el Ministerio de Energía se separe de Industria y conlleve una Secretaría de Estado para la Transición Ecológica. ¿Será verdad que en España dejarán de primar los oscuros intereses de las grandes empresas energéticas y que se va a promover el desarrollo de las energías alternativas? ¿Será cierto que España va a cumplir e incluso a superar las medidas de protección medioambiental y que va a luchar contra el cambio climático? Hago un inciso para dejar constancia de que mi ilusionada esperanza no supone que sea tan necio como para ponerme una venda en los ojos e ignorar los brutales intereses económicos que hay en juego en este terreno.
      Luego, nos quedaría hacer el oportuno análisis de los nombre de ministras y ministros.  Me adelanto a las posibles objeciones que se me pueden hacer por no conceder un mínimo tiempo de confianza y ver qué rumbo toman sus actuaciones. ¡Cierto! Pero hay nombres que denotan muchas cosas. E historiales que permiten tener una idea razonablemente equilibrada de ciertos personajes. No obstante, voy a limitar mi comentario a tres de estos recientes nombramientos: dos hombres y una mujer. Lamento no hacer una elección más paritaria.
    Comienzo por el nuevo ministro de Cultura y Deporte, el valenciano Màxim Huerta. ¿Constituyen su labor como presentador con Ana Rosa  y como presentador de noticias en Tele5, amén de la publicación de tres o cuatro novelas suficiente bagaje como para ocupar esta cartera? No sería justo que desdeñase su capacidad intelectual porque la desconozco. Pero habrá que admitir que en el país hay personas que tienen historiales demostrados con mucho más fuste y sustancia intelectual que el señor Huerta. Es todo lo que puedo decir, y aquí me quedo a la espera de ver qué frutos da el árbol.
      No puedo decir lo mismo de Margarita Robles. Lo que voy a decir responde a mi visión y valoración personal. De esta señora no me fío ni un pelo, y cuando la veo ocupando el ministerio de Defensa no puedo olvidarme de su pasado y de las cosas que sé de ella a través de sus actuaciones. Guardo de ella la imagen de una persona extremadamente ambiciosa (no hay ambiciones sanas en política; sí, aspiraciones) y abiertamente rencorosa (recuerdo muy bien la inquina y ojeriza que sentía –y supongo que siente– por Baltasar Garzón, y su vengativa cooperación en el seno del CGPJ para lograr que le condenasen y echasen de la carrera judicial). Sin duda, después de todo, estoy contento de que no se hiciera realidad su manifiesto deseo de ocupar una cartera doble: Interior y Justicia, como en su día ya hizo el nefasto aragonés Belloch (el que acudía a las procesiones con la vara de alcalde y dedicó una calle a san José María Escrivá de Balaguer).  Temblores me entraban solo de pensar que el anhelo de la señora Robles se hubiera hecho realidad. Admito que en Defensa nunca podrá ser peor que sus predecesores Cospedal o Trillo. ¡Veremos!
       Por último, no logro salir de mi asombro con el nombramiento de un juez de marcada ideología conservadora para ocupar el Ministerio del Interior: Grande Marlaska. Aquí no hay interpretaciones o impresiones personales. Aquí tenemos hechos que demuestran que Marlaska ha sido durante años un juez que ha actuado sin el menor disimulo siguiendo no solo las pautas ideológicas sino incluso sirviendo a los intereses del PP. No voy a hacer un listado de esas actuaciones. Solo hay que entrar en Internet, escribir el nombre del nuevo ministro y leer su historial. En algunos casos este es muy llamativo, como cuando firmó un voto particular en contra de que se apartara del caso Gurtel a los jueces Concepción Espejel y Enrique López por ser claramente parciales a favor del PP, o cuando llevó adelante el juicio contra el autor de la famosa portada de los entonces príncipes Felipe y Leticia en plena coyunda publicada en la revista  El Jueves, o cuando Jueces y Juezas para la Democracia, la asociación progresista de magistrados, en la que se ha apoyado históricamente el PSOE,  pidió públicamente el cese de Grande-Marlaska como vocal del Poder Judicial por su parcialidad a favor de la derecha. No sé qué criterio habrá usado Pedro Sánchez para elegirlo. ¿El inquebrantable apoyo que le van a prestar la Policía y la Guardia Civil por su postura siempre dura e inflexible contra el terrorismo y los nacionalismos? Es posible. Pero la labor de un ministro del Interior es defender los intereses de los ciudadanos en temas de orden público, no tener contentos a los uniformados, que deben estar de forma inequívoca al servicio del país y obedientes siempre a lo que establecen las leyes. El señor Marlaska ha hecho declaraciones relativas a los CIE (centros de internamiento de extranjeros) que no se compadecen muy bien con la creación de una Secretaría de Estado de Migraciones.
       Esta última contradicción me lleva a la conclusión de que deberemos aguardar unas semanas antes de poder establecer opiniones fundadas de lo que va a ser el final de esta legislatura. Pero, a juzgar por otras actuaciones de Pedro Sánchez, mucho me temo que quiera tratar de satisfacer a la derecha y a la izquierda, que quiera ser –por utilizar una expresión muy actual– muy transversal. Es difícil llevar a cabo políticas que cambien el rumbo de la política actual y satisfagan las necesidades y deseos de una población muy castigada por la derecha, y, al mismo tiempo, mantener tranquilos a inversores, especuladores y gurús financieros que viven en la órbita del Ibex 35. Es difícil ser una cosa y la opuesta al mismo tiempo, a menos que Sánchez haya leído las teorías de Schrödinger y crea que en política es posible ser un gato negro y un gato blanco al mismo tiempo.
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