EL BLOG DE MIGUEL VALIENTE
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Enfoques y opiniones

de un homo civicus

Nuestra democracia "plena"

15/2/2021

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      Hay mucho revuelo estos días con el asunto de la famosa “normalidad democrática” cuya no existencia en España denuncia Pablo Iglesias amén de descolocar y sacar de quicio a todos los “españoles de orden”, a quienes no les gusta que les remuevan las tranquilas aguas en que navegan y a los que cualquier comentario subido de tono –sin llegar a ser vitriólico– les parece un desatino, sobre todo si sale de la boca de todo un vicepresidente de gobierno, quien, por el hecho de serlo, debe abandonar toda locura especulativa y limitarse a hacer declaraciones moderadas y “sensatas”. Me refiero a ese tipo de ciudadanos que piensan que la principal labor del gobierno es ofrecer un paisaje de aguas tranquilas, seguras, sin oleaje ni marejadas, aunque todo el mundo sepa que ese paisaje no existe, que se trata de un decorado, de un trampantojo.
      En contraste con lo anterior, y para ofrecer un contrapunto tranquilizador de conciencias conservadoras –de izquierdas y de derechas– acudió presta al quite la señora ministra de Defensa, firme puntal de las posiciones más “mesuradas, juiciosas y conservadoras” del vivero socialista (obrero español), y tranquilizó al personal de orden afirmando que España goza de una democracia plena. “Alabado sea el Señor, que no nos desampara”, musitaron miles de bocas hasta entonces inquietas y convulsas, y hasta los votantes de más rancio abolengo del PP le concedieron a doña Margarita un 9 alto en las encuestas de opinión.
       Antes de pasar a plantearme este asunto haciendo e intentando responder a unas cuantas preguntas que considero pertinentes, quiero dejar claros dos extremos:
          Uno. La democracia plena, libre de pecado y de impurezas nunca ha existido, ni existe ni existirá, y eso es algo sobre lo que creo que nadie tratará de argumentar en contra. Imagino que a estas alturas todo el mundo sabe que la Arcadia era un lugar idílico donde reinaba la felicidad, la sencillez y la paz, habitado por una pastores que vivían en comunión con la naturaleza, pero que era imaginario, inexistente. Como mucho era una “aspiración de los hombres buenos” (y espero que nadie haya añadido “y tontos”). 
        Dos. Si queremos abordar seriamente el tema del grado de democracia en que vivimos en España, no podemos caer en la fácil tentación de establecer comparaciones. No me sirve que comparemos nuestra situación ni con países sometidos a brutales condiciones de tiranía, ni tampoco con democracias que, sin ser perfectas (ya hemos dicho que no existen), sí disfrutan de unas condiciones que podrían obtener una nota más alta en la escala de valores democráticos. Cada país tiene su pasado, su historia y, mal que nos pese, su idiosincrasia. Aquí habría tema para un extenso artículo que analizase con detenimiento los hechos que se desarrollaron en un país cualquiera y que fueron determinantes para explicar lo que ese país es en la actualidad (religión/es predominante/s, guerras, acuerdos de paz, aventuras coloniales, esclavismo, hambrunas, persecuciones…) Nada sucede gratuitamente. Y cada país tiene su pasado, en algunos casos, como el nuestro, su pasado reciente.
         Así que, olvidándonos de utopías, Arcadias y comparaciones inútiles, tratemos de analizar la calidad democrática de nuestro país respondiendo honestamente a estas preguntas:
        1. ¿Puede considerase plenamente democrático un país que pasó página de una sangrienta guerra civil que causó cientos de miles de muertes y de una dictadura que, dejando de lado los miles de fusilamientos sin juicio o con juicios sumarísimos de los primeros años de franquismo, mantuvo amordazada toda opinión crítica, y encarcelada o exiliada a toda disidencia, sin que se haya producido un reconocimiento público y una condena inequívoca y oficial de todo ese horror? Y no hablo de revanchismo. Hablo de justicia. En Alemania sí hubo una condena del nazismo. Y, además, hubo compensación –moral y económica– a las víctimas del expolio. En España hubo un expolio brutal de toda clase de bienes (raíces, inmuebles, agrícolas, industriales), pero no ha habido ninguna compensación. Los beneficiarios del expolio –y sus hijos y nietos– siguen disfrutando del fruto del robo. Entretanto, y como contrapunto, las cunetas españolas siguen alojando decenas de miles de víctimas de fusilamientos sin juicio. Un país que no es capaz de asumir las culpas de su pasado no puede considerarse plenamente democrático. 
         2. ¿Puede considerarse plenamente democrático un país que impuso una Constitución elaborada en una situación controlada por los vencedores de la guerra y con el ruido de fondo de sables? Y, en el supuesto de que esa fuera en aquel momento histórico la única forma de elaborar una Constitución a todas luces deficiente y en muchos sentidos antidemocrática, ¿puede considerarse plenamente democrático un país en el que sea prácticamente imposible modificar, renovar, modernizar una Constitución que no fue votada por ningún español que en este momento tenga menos de 60 años. En cualquier caso, podemos afirmar sin temor a parecer extremistas radicales que nuestro déficit y carencias democráticas nacen de la oposición feroz de los vencedores a integrarnos en la cultura democrática europea. 
         3. ¿Puede considerarse plenamente democrático un país “cuyo Tribunal Supremo decidió gratuitamente criminalizar iniciativas políticas arrogándose competencias que nunca debieron aplicarse para hacer frente al conflicto catalán, que era un conflicto político”? Este conflicto, en el que no hubo violencia (salvo la desplegada por la policía) no debió nunca llegar a los tribunales, sobre todo cuando se sabía de antemano que el referéndum de autodeterminación no podía ni iba a tener jamás ningún efecto en la práctica. Los hechos cometidos por los políticos nacionalistas fueron estúpidos, incluso condenables, pero condenables políticamente, pero nunca causantes de largos encarcelamientos, sobre todo, en prisión provisional. Ni siquiera se han tomado nunca medidas de este calibre con odiosos y repulsivos narcotraficantes. (Hago constar que la frase entrecomillada es una cita literal de uno de los juristas más ecuánimes y respetables de este país: José Antonio Martín Pallín.)
          4. ¿Puede considerarse plenamente democrático un país cuyo sistema judicial hace aguas por todas partes, está completamente politizado y alineado de mayoritariamente con las posturas políticas más conservadoras? Esta consideración no abarca ni mucho menos a todos los jueces y fiscales, pero sí a una gran mayoría de ellos. Y esto se refleja en los retrasos premeditados para lograr que las causas que afectan a ciertos sectores del poder acaben prescribiendo; y queda patente en una composición vergonzosamente politizada del Tribunal Supremo, del Tribunal Constitucional y, sobre todo, del Consejo General del Poder Judicial. Este último, en connivencia con el Partido Popular, lleva actuando de forma totalmente ilegítima (que no ilegal, por desgracia) pasados casi dos años de su fecha de “caducidad”. Ni siquiera hace falta recordar sentencias absolutorias dignas de vergüenza nacional, como la del caso Yak-42 o la que hoy mismo ha dictado la Audiencia Provincial de Madrid, absolviendo a la indigna expresidenta de la Comunidad, señora Cifuentes.
           5. ¿Puede considerarse plenamente democrático un país que encarcela titiriteros o raperos por expresar opiniones “vejatorias” para la Corona y mantiene en la calle a toda una horda de ladrones, parásitos, corruptos, mentirosos que han cometido delitos contra el patrimonio de todos los españoles, metiendo la mano en las arcas públicas?
       6. ¿Puede considerarse plenamente democrático un país que decide salvar a una serie de entidades bancarias con cerca de 60.000 millones de euros de dinero público, o sea, dinero de los ciudadanos, mientras que varios miles de esos mismos ciudadanos, previamente estafados por las entidades bancarias salvadas con su dinero, se veían abocados a la ruina, a dolorosos desahucios y, en algunas ocasiones, al suicidio?
       7. ¿Puede considerarse plenamente democrático un país que permite que queden sin castigo inmediato y ejemplar unos altos mandos militares que, desobedeciendo el principio básico que debe regir sus actuaciones públicas –que no es otro que estar al servicio de todos los españoles– se permiten la osadía y la desvergüenza de promover la desobediencia y hacen un encendido elogio del dictador y del franquismo? No entraré a analizar el coste que para la hacienda pública tiene un Ejército con una saturación de altos mandos en la reserva (en torno a 600 millones de euros anuales), es decir, que no están jubilados, pero no tienen que hacer nada más que cobrar su sueldo íntegro, incluidos todos los complementos salariales.
          8. ¿Puede considerarse plenamente democrático un país que, declarándose constitucionalmente laico, sigue manteniendo un Concordato especial con la Iglesia Católica, a la que subvenciona con dinero público y le entrega en torno a 11.000 millones de euros al año?
         9. ¿Puede considerarse plenamente democrático un país cuyo jefe del Estado no es elegido, sino que accede al poder por el hecho de haber sido concebido (esto siempre es de suponer) a partir del esperma de un señor o del óvulo de una señora pertenecientes a una determinada dinastía monárquica? Es algo tan rancio y medieval que no requiere mayores comentarios. Pero no está de más recordar que, para mayor deshonra de la institución, la monarquía española fue instaurada por el dictador Franco, y que el ahora fugado rey emérito juró lealtad a los principios franquistas del Movimiento. Por si algún desmemoriado me quiere llevar la contraria, copio a continuación el texto del juramento que prestó el monarca ahora residente en Abu Dabi el día 22 de noviembre de 1975: “Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional”.
          10. Por último, ¿puede considerarse plenamente democrático un país en cuyo Parlamento, de un total de 350 diputados, 52 pertenezcan a un partido fascista exaltador de la dictadura? Ya sé que estos sujetos (nunca los llamaré señores) fueron elegidos por los ciudadanos. Precisamente por eso quiero destacar el hecho de su elección. La democracia no se basa únicamente en la existencia de unas leyes y unos comportamientos públicos democráticos. La calidad democrática de un país depende, y mucho, del sentimiento democrático de sus ciudadanos. Y en España, por obvias razones históricas, ese sentimiento nunca llegó a calar profundamente. Al menos no lo hizo con un porcentaje importante, demasiado importante de hombres y mujeres. En España sigue habiendo muchos/as franquistas. En España sigue habiendo mucho nacionalismo hispano-imperial casposo. Y, ciertamente, hay también un importante sector de la población que tiene actitudes abiertas, progresistas, democráticas. Pero que haya un número cercano al 20 por ciento de ciudadanos nostálgicos del franquismo, cuando no abiertamente fascistas, es un lastre que hace muy difícil mantener el barco a flote.
         Ahora es tarea de cada uno responder con honestidad a estos 10 interrogantes. Y será también cada uno quien llegue a la conclusión (su conclusión) de afirmar si en España, como dice la ministra Robles, tenemos una democracia plena.
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