¡De qué poco nos sirven las enseñanzas de la Historia! ¡Y qué poco uso se hace del sentido común! ¡Y qué fácil es caer en las trampas más burdas que nos tiende el sensacionalismo de los titulares de prensa oportuna y ladinamente redactados! ¡Y qué bien saben manejar algunos políticos todo lo anterior! ![]() Todos hemos sido testigos del exquisito comportamiento que han mantenido los participantes en las acampadas organizadas, en un principio de forma espontánea, por la plataforma del 15-M, los habitualmente denominados “indignados”. (Hago un inciso para recomendar que no usen el término “movimiento”, que trae tristes y nefastas resonancias de otro movimiento, con fecha 18 de julio.) Pues bien, ahora, cuando su presencia comienza a cansar, a aburrir a nuestros próceres, esos ciudadanos, indignados pero sensatos, serenos y dialogantes –cosa que yo he visto con mis propios ojos en alguna de sus asambleas, o sea, que no me lo ha contado nadie, sobre todo ningún periodista–, dicen que se han vuelto violentos y peligrosos. Una gente que respetaba el turno de palabra, que intentaba adoptar decisiones siempre por consenso, que sabía escuchar atentamente lo que los demás tenían que decir, esa gente, de la noche a la mañana, dicen que se ha convertido en un hatajo de energúmenos. Vale, ¡vamos a rebobinar! Respecto de los hechos lamentables ocurridos ayer en Barcelona, hay que destacar fundamentalmente estos: - que los responsables de la plataforma del 15-M mantuvieron conversaciones con la policía para explicar el objetivo y el alcance de su protesta, que no era otro que mostrar –una vez más– su indignación contra los cambalaches protagonizados por algunos partidos, pero sobre todo CiU, para recortar el gasto a costa de los de siempre; - que los protagonistas de los actos violentos fueron grupúsculos incontrolados, cuya vinculación con el 15-M es oscura y cuyos propósitos aún son más oscuros. ![]() Querer responsabilizar directamente al 15-M y a los jóvenes “indignados” de estas acciones violentas es saber aprovechar muy oportunamente el rechazo de los ciudadanos por los actos violentos para llevar el agua a dios sabe qué molinos (yo creo saberlo o, al menos, intuirlo). En otras palabras, sospecho (y la Historia nos aporta múltiples ejemplos) que la derecha y otros sectores igualmente conservadores de la sociedad (y me refiero a sectores conservadores que se creen progresistas porque llevan toda la vida votando al PSOE e incluso a IU), saben sacar buen partido de las acciones de exaltados incontrolados y de otros hábilmente infiltrados entre ellos para azuzar la protesta violenta y justificar de ese modo la reacción de las “fuerzas del orden”. ![]() Hay que poner rostro y nombre a lo que queremos destruir o desprestigiar. La inmensa mayoría (no doy porcentajes porque no dispongo de ellos y no me gusta cuantificar a ojo de buen cubero) de los inmigrantes son gente honesta y trabajadora que trata de dar una vida y un futuro dignos a sus hijos. ¿Qué ocurre cuando se sabe que un delito ha sido cometido por un polaco, un ecuatoriano o un marroquí, pongamos por caso? Que en los corrillos de la calle surgen de inmediato las frases generalizadas de condena a todos los inmigrantes: “Nos llega la basura de todo el mundo; nos quitan los trabajos; se llevan las ayudas, y, encima, son unos ladrones”. Estas lindezas y otras parecidas las ha escuchado quien esto escribe, a veces en boca de personas que se consideran progresistas..., o cristianas..., o ambas cosas. (Dame una coyuntura desfavorable, que yo te encontraré el chivo expiatorio.) ¿No nos enseñaron durante años –y todavía hay gente que lo piensa–, que la República trajo consigo los desórdenes, el caos, la quema de iglesias y el asesinato de curas y monjas? No voy a tratar de acometer un ensayo histórico a este respecto. Pero no hay más que leer unos cuantos libros de historia (serios) para saber que la mayor parte de aquellos desmanes –aparte de los protagonizados por algún que otro grupúsculo de incontrolados – fueron intencionadamente provocados por quienes decían ser sus víctimas, a fin de justificar lo que, al final, ocurrió: el levantamiento militar. Hay todo un manual sobre la actuación de provocadores profesionales, por si alguien lo ha olvidado, y su misión es desprestigiar a personas o grupos de personas. Luego, sólo hay que saber sumar dos y dos. ![]() Con mi agradecimiento a El Roto Me hace gracia escuchar las quejas y el tono plañidero de algunos representantes políticos, cuyas voces que suenan como las de púdicas vírgenes acosadas por una banda de violadores. Era digno de ver y oír, el 16 de mayo, cuando faltaba una semana para las elecciones, los alineamientos de los políticos con las tesis del 15-M. Hablaban con arrobo y admiración de unos jóvenes respetuosos y responsables, que enarbolaban la bandera de la indignación. La derecha los escuchaba extasiada porque veía en ellos otro movimiento de acoso y derribo al gobierno central. La izquierda les daba cancha porque no quedaba más remedio, ya que sus reivindicaciones retrataban algunas de sus miserias. Daba incluso un poco de pudor escuchar esos días a los políticos. Si por ellos hubiera sido, los habrían incorporado a sus listas. Ayer, con las elecciones ya superadas y los resultados en la mano, su discurso era otro: los jóvenes eran tachados de irresponsables y de estar traicionando sus planteamientos iniciales, además de no respetar el juego de la democracia. Pero los participantes del 15-M no quieren ser tutelados por ningún partido político al uso. Ni siquiera por IU, que se llena la boca de izquierdismo y progresismo. Si no, que se lo digan a Cayo Lara, al que ayer le echaron encima, literalmente, un jarro de agua porque quería rentabilizar su “comprensión y simpatía” por estos jóvenes (aunque en la plataforma del 15-M haya gente de todas las edades). Las declaraciones que hicieron ayer los políticos entrevistados por los distintos medios ponen en evidencia que, independientemente de los actos puntuales sucedidos ayer en Barcelona, lamentables y condenables, a los políticos no les gusta lo que representa el 15-M. Lo consideran una amenaza a su statu quo, una crítica constante e insoportable a su egoísmo, sus chanchullos, su sordera, sus ambiciones personales. Evidentemente, no todos los políticos son iguales. No se puede hacer tabla rasa. Ni mucho menos. Es más, hay un buen número de gente honesta, inteligente y de buena voluntad en la vida política. Pero “un buen número” no significa “una mayoría”, sino todo lo contrario: creo que son “una respetabilísima minoría”. Para la gente de partido, el 15-M es, como mínimo, una especie de mosca cojonera, y el mejor insecticida para combatirlo es restarle credibilidad, hacerlo aparecer como un montón de jóvenes algo irresponsables, irrespetuosos, carentes de organización, sin ideas claras y con mucho tiempo para perder en estupideces; en todo caso, jóvenes con planteamientos equivocados. ![]() Bien, analicemos algunas de las declaraciones de ayer: Ramón Jáuregui rechazaba las agresiones contra los representantes del pueblo y hacía hincapié en que la democracia se puede perfeccionar, pero no sustituir. Afirmó que la democracia no tiene alternativa, no hay contramodelo al modelo democrático. En el primer punto, de acuerdo. En el segundo, hay que hilar más fino; de lo contrario, su afirmación carece totalmente de sentido. ¿Qué es democracia? Simple y llanamente, el gobierno del pueblo por el pueblo. Si lo limitamos a tal afirmación, estoy dispuesto a defender que no existe alternativa, que no se puede sustituir. Otra cosa muy distinta, señor Jáuregui, es que la forma de aplicar el concepto sea la idónea. Es evidente que el pueblo tiene que elegir representantes; no puede estar todo el mundo en el Parlamento. Pero la forma de elegir a esos representantes dista mucho de ser aceptable; por el contrario, en mi opinión y la de muchos otros españoles, es muy defectuosa. No quiero pasar a profundizar en otro aspecto de la afirmación de Jáuregui sobre la perfección de nuestro sistema democrático: ¿quién gobierna realmente? En este momento, nos gobiernan los mercados, sobre todo los mercados financieros. ¿Habéis visto Inside Job? ![]() La Defensora del Pueblo,María Luisa Cava de Llano, considera que el movimiento del 15-M empezó bien porque recogió el descontento de muchos españoles que están en el paro, en una "situación económica insostenible" y con falta de seguridad en muchos aspectos, pero "se ha desarrollado mal". Estupendo, doña María Luisa. El 15-M empezó bien. Sus planteamientos y exigencias eran justos. Pero, ¿qué es lo que se ha desarrollado mal? ¿Qué debían haber hecho los “indignados”? ¿Irse a casa y dejar constancia histórica de su descontento en los periódicos? ¿Mandar cartas a los periódicos? ¿Solicitar alguna reunión con los “representantes de la voluntad popular” para charlar amistosamente del tema? Si hay gente que está “indignada”, lo normal es que muestre su indignación. Y la indignación, según la RAE, es “enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos”. No se trata de que esta gente (sobre todo, estos jóvenes) está “algo molesta” con la política actual, sino que están “vehementemente enojados contra los políticos y sus actos”; contra la injusticia; contra el paro; contra el recorte de derechos, contra la falta de futuro; contra el sistema de representación… ¿Han leído los políticos los manifiestos de las asambleas? Creo que no tienen ni la más pajolera idea de lo que esta gente está exigiendo. ![]() Pero no nos perdamos las joyas salidas de la boquita sandunguera de don José Bono, quien, con ese nuevo look capilar teñido estilo Berlusconi, parece que se le están ablandando las ideas. Nos dejó textualmente el señor presidente del Parlamento estas tres perlas: "El otro día me llamó el comisario a las tres de la mañana para decirme: que ya se van. Como si eso fuera una verbena o una romería. Yo le dije: si quieren entrar, ¡carguen!". "La Policía tiene que ejercer la fuerza, que para eso es la fuerza pública legítima para respetar los derechos de todos". "Sea políticamente correcto o no, se interprete bien o se interprete mal, el único imperio que hay en un estado de derecho es la ley y los indignados tienen que cumplirla". ¡Maravilloso! Son tres frases que, más o menos, podría haber dicho en los años 60 o 70 un Ministro de la Gobernación (así llamado en tiempos pretéritos el Ministerio del Interior). ¡Vaya tufillo de autoritarismo de corte franquista! Palabras parecidas utilizaba en mi época universitaria el Gobernador Civil de Zaragoza, Pardo de Santayana, para echarnos encima a los grises. ¿Desde cuándo es misión de la policía “ejercer la fuerza”, señor Bono? Yo creía que era proteger a TODA la población y luchar contra la delincuencia… Ahhhh, al menos que usted (no, no puede ser) considere delincuentes a los chicos (y mayores) del 15-M. Y, estoy de acuerdo con usted, en un estado de derecho, el único imperio es la ley… claro que, a la vista del panorama político nacional, nadie lo diría, señor Presidente del Congreso. Yo, como soy buena persona, a usted no le condenaría a una carga policial, no se le fuera a alborotar el denso cabello recién conseguido. Por contra, le castigaría a escuchar durante varias semanas, las 24 horas del día y a todo volumen, un concierto de su consuegro el señor don Raphael. Así, toda la caspa quedaría en familia. ![]() Termino con el señor Xavier Trias, próximo alcalde de Barcelona (pobre Barcelona…). Dijo que las protestas a las afueras del Parlamento catalán suponen "una transgresión a la democracia". Mire usted señor Trias. Voy a mencionarle lo que muchos ciudadanos consideramos una transgresión de la democracia, y ni a usted ni a la mayoría de los políticos parece causarles la menor perturbación. CONSIDERO UNA TRANSGRESIÓN (VIOLACIÓN O QUEBRANTAMIENTO) DE LA DEMOCRACIA:
- que un montón de delincuentes, chorizos, tahúres y sinvergüenzas hayan podido ser elegidos como representantes del “pueblo” para las distintas instituciones (no me sirve que digan que han sido votados –allá allá la conciencia de sus votantes–), lo que me indigna es que hayan podido ser candidatos y que ellos tengan la desfachatez de presentarse; - que los dos principales partidos se nieguen sistemáticamente a cambiar la ley electoral, de modo que los resultados de las elecciones reflejen de forma más auténtica lo que realmente quieren los electores; - que, superadas las elecciones, todos los partidos se lancen a una vorágine de chanchullos y cambalaches inconfesables y desvergonzados, donde los principios más elementales de la ética tienen menos importancia que el virgo de una puta (se alcanzan acuerdos contra natura y se dan apoyos de legislatura a cambio de favores inconfesables); - que los españoles en general, y los trabajadores en particular, deban pagar los platos rotos de los desmanes de tanto ladrón dedicado al escasamente noble arte de la banca y las finanzas; - que los jueces del Supremo (una buena parte de ellos) acosen ignominiosamente a un juez honesto por haberse atrevido a perseguir los crímenes del franquismo y por haber iniciado las investigaciones del caso Gürtel; - que el partido que tiene posibilidades de gobernar el país en las próximas elecciones tenga la desvergüenza de tener secuestrada la voluntad popular bloqueando desde hace años la renovación del Tribunal Constitucional; y que el cerebro de tal estrategia sea un personaje tan deleznable como Federico Trillo, que tuvo la falta de gallardía de querer culpar a sus subordinados de sus tropelías como ministro de Defensa; - que un personaje como Esperanza Aguirre pueda convertir Telemadrid, una televisión autonómica pagada con el dinero de todos los ciudadanos, en la cueva de caco, donde se manipula la información, se tergiversa, se miente y se difama con total impunidad; - que se permita que, mientras hay españoles que malviven con pensiones de miseria, un puñado de dirigentes empresariales y bancarios se autoasignan salarios millonarios y generosas bonificaciones incluso después de haber estado a punto de llevar a sus entidades a la ruina; - que en el sistema judicial español se produzcan retrasos de años en juzgar cientos de asuntos pendientes, hasta el punto de que una mayoría de la población considera a los jueces uno de los problemas del país; - que los líderes de los partidos prometan cosas a los votantes a sabiendas de que están mintiendo y no las van a cumplir cuando lleguen al poder; - que los representantes políticos que han cometido delitos de corrupción y se han apropiado de caudales públicos puedan salir de la cárcel sin haber restituido el dinero robado; - que esos mismos representantes del pueblo se asignen a sí mismos sueldos, ayudas, pensiones y prebendas, mientras que no les tiembla el pulso a la hora de recortar derechos, pensiones y beneficios sociales a sus conciudadanos, que, además de votarles, aportan el dinero para pagar sus canonjías . Todo lo anterior constituye una lista meramente expositiva pero no exhaustiva de ejemplos sangrantes de auténticas transgresiones de la democracia, y no parece que ningún político se rasgue las vestiduras por ello. Así pues, en conclusión, la democracia es aquello que todos buscamos (o lo que todos decimos buscar); el problema que plantea es que la forma de administrarla está corrompida. No me cabe duda de que se pueden encontrar nuevos cauces de desarrollo y nuevas formas de interpretar la democracia. Y es lo que buscan los integrantes de las distintas asambleas del 15-M. Mucho mejor sería escucharles en vez de tratar de desacreditarles. Es evidente, que los “indignados” resultan molestos… ¡como debe ser! Señores políticos, la indignación no se calma con palmaditas en la espalda y con paternalismos. Y no se descuiden: la indignación es un sentimiento que aumenta y se extiende de forma lenta pero inexorable. Si no se le presta la debida atención, puede acabar arrastrando lo que se le ponga por delante. |
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April 2022
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