Me autoimpuse hace unos días un régimen de silencio para alejarme mental y emocionalmente del tráfago electoral, para purgarme, por así decir, de la incontenible verborrea vacua que, a lo largo de la campaña, inundó nuestros ojos, nuestros oídos, en fin, todos nuestros sentidos (incluido, en algunos casos, hasta el sentido común, alterándolo de forma descontrolada). Pero mi silencio no debe interpretarse como huída, escaqueo o pasotismo. Nada más lejos de ello. Y más ahora, cuando comienzan a aflorar las consecuencias del odioso resultado de estas infaustas elecciones (o del infausto resultado de estas odiosas elecciones, que tanto monta…). Ha comenzado la marejada postelectoral. Comenzamos a ser testigos de toda clase de actitudes desacordes con un mínimo sentido de la decencia, la honestidad y la democracia (pobre palabra ésta, tan manoseada y prostituida por unos y otros). ![]() ¿Debe acceder a gobernar la lista más votada? A bote pronto, uno tiene el impulso de responder a esta pregunta afirmativamente. Sin embargo, la respuesta dista de ser un sí claro y rotundo. Lo sería, si se estuvieran votando solamente dos listas, dos opciones. Pero la respuesta puede ser un no inequívoco, cuando las opciones son múltiples. El hecho de que el voto “de izquierdas” esté repartido entre dos o tres partidos u opciones políticas no da derecho a pensar que el ascenso al poder de la lista más votada refleje el deseo de la mayoría de los votantes. No olvidemos que en este país la derecha es una (para algunos, es una, grande y libre), y nunca se presenta dividida. Cuando en alguna ocasión lo hace, como en el caso de Asturias, esa derecha tiene muy claro que su momentánea desunión nunca debe ir más allá del momento de cierre de las urnas: a partir de ahí, sus objetivos e intereses vuelven a ser idénticos. ![]() Quiero aclarar que, cuando hablo del voto de “izquierdas”, me refiero a lo que piensan, sienten y desean los votantes que eligen esa opción (ahora lo llaman “sensibilidad”), no a la política que desarrollan los partidos llamados de izquierdas cuando llegan al poder. Hablo en particular del PSOE, que, sobre todo en esta última legislatura, ha hecho la política que ha podido y le han dejado los poderes fácticos europeos. Estoy, además, convencido de que la firme voluntad de esos votantes de izquierdas es que en sus pueblos, ciudades o comunidades no gobierne la derecha bajo ningún concepto. Pues bien, ahora se encuentran metidos los partidos en lo que podíamos definir como el momento del cambalache, la zancadilla y el ajuste de cuentas. No importa lo que digan los líderes nacionales (y me refiero, sobre todo, a IU y a eso que se llama UPyD) respecto a que se respete la voluntad mayoritaria de los votantes para que gobierne la izquierda en aquellos lugares donde esa opción política ha sido mayoritariamente votada. Lo que cuenta son las rencillas personales, los odios larga y soterradamente larvados (odios que cuando se dan entre gente de izquierdas son más furibundos que si se producen con “enemigos naturales”). Es el momento de poner contra las cuerdas al candidato cuya investidura depende de nuestro apoyo y decirle: “Claro que podemos apoyar tu investidura, pero tienes que aceptar y asumir nuestro programa”, que es una forma de decirle que nones, que se prepare para quedarse en la oposición, y a los votantes de izquierdas, que se fastidien, que se preparen para sufrir un gobierno municipal o autonómico del PP. Después, con tono displicente, se podrá decir ante la prensa: “Hemos puesto nuestra mejor voluntad, pero ha sido imposible. En fin, ya se sabe que, en el fondo, va a haber poca diferencia que gobierne uno u otro”. Y, aun cuando todos sabemos que decir PSOE no equivale, ni mucho menos, a decir izquierda auténtica, entre el PSOE y el PP media una distancia todavía notable. Y, honestamente, entretanto llega la elaboración de un movimiento de regeneración política y de refundación de la izquierda –que tampoco es IU, por supuesto–, yo prefiero mil veces estar gobernado por el partido socialista y no por los herederos del franquismo ideológico. Pero, qué se le va a hacer, mientras ese milagro se destila lentamente, una de dos: o tragamos o emigramos. ![]() En el ínterin, veremos cómo se fraguan gobiernos contra la voluntad de la mayoría; cómo se realizan almuerzos (en marisquerías de lujo, oiga) en los que se alcanzan acuerdos indignos sin luz ni taquígrafos; cómo IU sirve en bandeja la gobernabilidad al PP (pinza factual); cómo se prepara el terreno (con más medios a su disposición) para las próximas elecciones generales. ![]() Todo esto lo hará IU, pero lo hará también UPyD, que en un principio estaba teóricamente formado por gente desencantada del PSOE, pero que, en realidad, sigue los pasos de su líder y fundadora, Rosa Díez, que, recordemos, ya en 2006 y 2007, mientras cobraba su altísimo sueldo como eurodiputada del PSOE, lanzaba las más duras diatribas contra su partido como tertuliana (cobrando también) en los programas bazofia de la TV de Esperanza Aguirre (Telemadrid). ![]() ¿Y qué decir de los “nacionalistas” catalanes del señor Mas? ¿Debería un partido con un mínimo de dignidad aceptar, no ya pactar, sino ni siquiera sentarse a hablar con quienes han insultado y denostado el nacionalismo con los más burdos epítetos? No debería, pero lo hace. Esta misma mañana he visto en televisión al señor Mas reunido en amable charla con la señora Camacho del PP. Estaban a partir un piñón. Lo que demuestra que CiU, antes que nacionalista es de derechas de toda la vida. ¿O no? La carga de la caballería ligeraDe momento, ya se han producido los primeros rabotazos de la derecha. Ayer mismo, en Valencia, donde la policía se entregó con auténtica saña a “contener” una manifestación de gente de la plataforma 15-M. Los vi por televisión. Y no puedo evitarlo. Siempre que veo a la policía disolviendo una manifestación, se me revuelven las tripas. Hoy decía Rubalcaba (que me car muy bien, pese a todo) que la policía actuó de forma impecable. Bueno, hay adjetivos que convendría matizar. Impecable, según la RAE significa “exento de tacha”. Si Rubalcaba se refiere a su disciplina, probablemente es cierta su afirmación. Desde un punto de vista humano, los policías, en cuanto reciben la orden de “cargar”, se comportan como auténticos trogloditas (o sea, de forma bárbara y cruel; no quiero decir que vivan en cavernas que no lo sé). Como son disciplinados y están acostumbrados no a actuar sino a obedecer, si les dicen que no se muevan, que se limiten a vigilar y controlar, parecen tener tanta flema como los bobbies británicos; ahora bien, en cuanto suena la voz de “¡¡Carguen!! ¡¡Ar!!”, se les descontrolan las meninges, les sube la adrenalina y se convierten en auténticos rambos. Una vez que dan la primera tanda de mamporros, se les calienta la mano y ya son incapaces de parar. Su uniforme parece cobrar vida: las botas ajustadas, el pantalón marcando musculatura, la porra enhiesta (la de caucho), la pistola al cinto, el casco protector, que al tapar la cara multiplica el aspecto de fiereza (el pelo y los ojos reducen el aspecto de brutalidad y, por tanto, humanizan). Bien, vayámonos preparando porque a la derecha le encantan las películas de vaqueros y las de policías brutales y eficientes. Y disfruta montando sus propias películas. Ya se sabe: el mejor sospechoso (manifestante, opositor, enemigo) es el sospechoso (manifestante, opositor, enemigo) machacado y apaleado. Si muere tampoco es algo terrible. Al fin y al cabo, todos tenemos que morir… No deja de ser la voluntad del señor… ![]() Con el cristo a cuestas… ¡qué cruz! Hay otras cosas que le gustan a la derecha. Por ejemplo, dar un puñetazo sobre la mesa y decir “aquí estoy yo”. Y, como son los elegidos de dios, les chifla dar cristazos. No me refiero a “dar hostias”, que también. Se trata de poner de manifiesto el origen divino de su poder. ¿Y qué mejor forma de dejar constancia de esa metafísica convicción que poniendo a dios por testigo de sus actos, de sus palabras, de sus puñetazos en la mesa? Como al dios verdadero es difícil ponerlo en ninguna parte, usan la representación de su hijo, para ellos también dios. Y ahí tenemos el crucifijo, para que quede claro que dios está con ellos. Por eso han ganado, porque dios les ha ayudado, porque dios ha querido. (Nunca explican en qué le han ofendido a dios cuando pierden.) El señor Cotino, una bestia parda al que todos recordamos como un cernícalo insultando de la forma más grosera y soez a la diputada Mónica Oltra, a quien le espetó textualmente en un pleno de las cortes valencianas que "tendría vergüenza, si fuera padre, de tener una hija como usted, pero como probablemente usted no lo conozca (a su padre)..." Una frase que revela un sentimiento muy noble y cristiano, como puede verse. Pero la cruz, que no falte. A eso es a lo que llamo “dar cristazos”: agarrar la cruz para agredir, para someter, para apabullar. Algunos mamarrachos usan la cruz con el mismo espíritu que ciertos “machos” usan el pene: para dominar, para violar… Se olvida Cotino de que las Cortes, incluso las valencianas, no son su cortijo y merecen un profundo respeto. Y el respeto incluye las ideas, convicciones y credos de todos los ciudadanos, no solo de los cristianos (católicos). O no, quizás no lo olvida. Simplemente, como dicen mis hijos (con una expresión cuyo sentido original aún no he conseguido aclarar), “se la suda”. En fin, así seguiremos. Con paciencia infinita. Con mala leche permanente. Indignados. Cabreados. Y, pese a ello, atentos, incansables, mirando adelante, tratando de que no nos trague la vorágine del momento. Y, por supuesto, con la esperanza puesta en una juventud que se muestra lúcida y con ideas claras. A esa juventud, sólo querría aconsejarles –si es que me lo permiten– que sean muy inteligentes a la hora de realizar acciones “espontáneas”. Una manifestación espontánea de 200 o 300 carece de trascendencia y sirve para muy poco, aparte de poder ser usada como excusa por quienes necesitan pocas razones para responder con la contundencia de las porras. Además, hay que tener mucho cuidado porque ese tipo de acciones constituyen un escenario ideal para que se cuelen algunos desaprensivos (provocadores profesionales) que nada tienen que ver con la intención y con el comportamiento habitual de los organizadores. A ese tipo de cosas me refería en mi último post cuando hablaba de ingenuidad. Ingenuidad no es estupidez, sino “candor, falta de malicia”.
|
Archives
April 2022
|