![]() Más me valdría no haberme levantado de la cama el sábado y no haber tenido que enfrentarme a la hora del desayuno con la carnicería cometida en Oslo, la capital de ese país nórdico que se había acomodado en una especie de estado de somnolencia provocado por el orden, la tranquilidad, el buen nivel de vida y el bienestar social. ![]() Adolescentes asesinados Es tal mi grado de abatimiento ante la bestialidad llevada a cabo en Noruega por un asesino miserable, que, honestamente, no tengo ni palabras ni fuerzas para acometer la ingrata tarea de analizarlo. No quiero entrar a divagar absurdamente por el terreno resbaladizo de las conclusiones ad hoc: debe de estar loco (¿qué es la locura?), es la explicación que con mayor inmediatez salta a nuestra mente. Cierro este lamentable capítulo –que el mundo no debe dejar en el olvido en cuanto deje de ser noticia (unos pocos, poquísimos días)– con dos mínimas consideraciones. ![]() El monstruo de ojos azules La primera, que Europa debe autoanalizarse profundamente: el hecho de que el autor haya sido un monstruo individual no significa que este monstruo (mezcla de monje-guerrero medieval, supermán, militar nazi y Rambo) haya surgido aparentemente de la nada, como una seta en medio del bosque. Los monstruos surgen cuando hay un entorno social que les es favorable, y Europa está siendo muy condescendiente y muy poco consciente del grave problema que plantean los grupos de extrema derecha (desde un punto de vista político y religioso). No vale argumentar que, en términos porcentuales, siguen siendo minoritarios. Una sola célula de una docena de bestias fundamentalistas es caldo de cultivo suficiente para que alguno de ellos se lance a hacer realidad su sueño redentor; y en algunos países europeos están consiguiendo importantes representaciones parlamentarias. Ya sabemos lo que predican: odio al inmigrante, sobre todo si es de color; homofobia; nacionalismo a ultranza; antieuropeísmo; rechazo de toda clase de políticas sociales; la religión más ultramontana como directriz política y social. Pero una religión que no impide matar; todo lo contrario. Su dios es un dios vengador, sediento de sangre, furibundo, destructor, aniquilador. La segunda consideración es más difícil de exponer. Tiene que ver con la máxima pena que se le puede imponer en Noruega a semejante espécimen de crueldad y perversión. ¿Se puede aceptar una pena máxima de 21 años en un caso así? ¿Puede un ser tan brutalmente alejado de toda característica humana arrepentirse y rehabilitarse a largo plazo? Ya sabemos que ninguna pena que se le imponga (y parto de la base de que, incluso con este animal, estoy en contra de la pena de muerte, no porque me importe un carajo su vida, sino porque me importa mucho más la dignidad de la sociedad que puede imponer esa pena) va a poder compensar el dolor que ha causado. Ese dolor ya es irreparable. Me preocupa lo que Europa puede hacer para luchar contra el azote del terrorismo (fundamentalismos islámico y cristiano incluidos), sabiendo que ese terrorismo no tiene por qué venir de fuera, que lo tenemos larvado en nuestras propias ciudades, en nuestros propios cachorros blancos, rubios y de ojos azules, de familia acomodada y educados en colegios privados de enseñanza religiosa. Cualquier atisbo de solución que quiera darse a este gravísimo problema –no olvidemos que el nazismo-fascismo surgió en situaciones de crisis económica en las que el educado y civilizado europeo siente perder suelo bajo sus pies y busca chivos expiatorios en todas partes– ha de venir de una acción conjunta de toda la sociedad (véase que no digo de todos los gobiernos ni de todos los grupos políticos, que también). ![]() La tercera consideración es que, con el máximo respeto a la libertad de expresión y de comunicación, se debe vigilar con mucha atención la proliferación de estos grupos violentos en Internet. La red, que es un instrumento maravilloso de comunicación universal, de la misma forma que puede estar al servicio del progreso y de la lucha por la defensa de los derechos de los ciudadanos (el Movimiento 15-M, la defensa del medio ambiente, los blogs de disidentes chinos o cubanos son algunos ejemplos), también puede dar cobijo a las más repugnantes cucarachas sociales: pederastas, proxenetas, narcotraficantes, movimientos fundamentalistas religiosos o grupos racistas de extrema derecha. La hambruna de SomaliaEste mismo sábado (o quizás fue el viernes, ya lo tengo todo confundido en mi mente), también como si se tratara de una seta venenosa recién brotada y alimentada en este caso por la sequía implacable y no por la lluvia, nos han sorprendido con la noticia de la hambruna de Somalia, país sin estado (o como dicen los politólogos, Estado fallido) pero con multitud de piratas, guerrilleros armados hasta los dientes, soldados que no se sabe qué o a quién defienden, y cientos de miles de personas que mueren de hambre y se desplazan penosamente por pistas polvorientas en busca de un campamento de refugiados donde caer rendidos por el cansancio, la sed y el hambre. También el sábado tuve que dejar mi desayuno sin tocar cuando vi en el canal 24 horas las imágenes espeluznantes de esos niños que son todo huesos, ojos y moscas. Niños que no tienen ya ni siquiera fuerzas para llorar, que simplemente tienen puesta la mirada en un infinito que nos es totalmente ajeno y que dejan casi su respiración en suspenso para no gastar fuerzas y alejar unos minutos la llegada de la muerte inevitable. Y me hago multitud de preguntas para las que no tengo respuesta. Y, si la tengo, me da miedo escribirla porque podrían acusarme de incitación al levantamiento armado, a la subversión social y, si me apuran, al asesinato selectivo de hijos de puta. ¿Cómo tiene esta sociedad nuestra la desfachatez de quejarse de “su” crisis viendo lo que ocurre en Somalia (aunque haya otros sitios en situación casi tan crítica)? ¿Cómo podrán dormir los poderosos de la Tierra si por casualidad ven estas imágenes por televisión? ¿Con qué sentido de la decencia recibirán en sus cuentas su próximo cheque todos los altos directivos, financieros especuladores y banqueros con la cuarta parte de cuyas pagas, sumadas, se podría poner fin a tanto sufrimiento? ¿Seguirán disfrutando de su vida los dirigentes políticos, haciendo brindis en sus cenas, intercambiando chistes, sonrisas y palmadas en la espalda? ¿Darán gracias a dios los curas y obispos, al decir misa, por las bondades que el padre todopoderoso imparte sobre la Tierra (a los hombres –de las mujeres, queridas, lamentándolo mucho, nunca se dice nada– de buena voluntad)? ¿Qué pensamientos cruzarán la mente teologal del papa Benedicto cuando atraviese los salones esplendorosos y recubiertos de oro del Vaticano, con cuyas riquezas se podría quitar definitivamente el hambre del mundo (sin necesidad de vender el resto de sus innumerables bienes muebles e inmuebles)? ¿Pensará que él y su santa iglesia son como un monstruo sin conciencia o que están cumpliendo los designios del señor? ¿Se planteará la idea de hacer algo aparte de rezar y hacer con su mano enguantada un movimiento de bendición dirigido al Cuerno de África? ¿Llegarán algunos personajes –algunos muy próximos a nosotros (geográficamente, quiero decir, no vaya a malinterpretarse)– a sentir malestar, incomodidad, cierta vergüenza cuando, a la vista de esos niños desnutridos cercanos a la muerte, piensen que ellos ganan en un año lo suficiente como para dar de comer a todos los famélicos de Somalia durante meses? ¿Qué clase de almohadilla protectora contra pensamientos dignos y contra remordimientos tienen en su mente personajes como Botín, Francisco González, Rodrigo Rato, César Alierta, las hermanas Koplowitz, Amancio Ortega, Florentino Pérez, la duquesa de Alba (aunque esta última ya no creo ni que necesite esa almohadilla) por no nombrar más que a un reducido número de ejemplos de una lista que sería interminable y un tanto repugnante? A lo mejor, alguno de ellos calma su incipiente sentido de culpabilidad enviando por Internet a Unicef una transferencia de 100 euros, cantidad generosa en su opinión tratándose de una dádiva hecha a un país africano, donde un euro vale al menos diez veces más que en Europa. Cierre del fin de semanaEso fue el fin de semana. Un cúmulo de desgracias, muertes y sufrimiento. Pero debo ser honesto. El domingo por la tarde, al menos, tuve la satisfacción de participar con toda la familia –mis dos nietos incluidos– en la marcha a Sol del 15-M. Fue un acto multitudinario y popular, y conste que uso este adjetivo en su sentido más noble (este término sólo pierde su nobleza y dignidad cuando va añadido al sustantivo partido). Lo que es más importante, fue un acto en el que participaron toda clase de personas. No fue una manifestación sólo de jóvenes, aunque éstos fueran mayoría: había familias enteras y de muy distintas condiciones sociales. Debo decir que, en mi opinión, la cobertura que este acontecimiento ha tenido en la prensa escrita y en los medios audiovisuales ha sido, en unos casos sesgada y en otros, rácana, incluida TVE. No se le ha dado la importancia que tiene el hecho de convocar a tantos miles de españoles en una tarde de domingo del mes de julio. Y si no le dan la importancia que tiene ni le prestan la debida atención, ¡peor para ellos! (medios de comunicación y políticos), porque este movimiento no tiene marcha atrás. Quienes lo menosprecien se estarán equivocando de medio a medio, y pagarán las consecuencias a largo plazo. El sistema implantado y que rige el mundo es muy poderoso, pero ¡torres más altas han caído en la historia! Pero eso prefiero dejarlo para otro post. Lo mismo que uno que quiero dedicar a los medios de comunicación, y esta vez no por su posicionamiento político, sino por su deplorable abuso y maltrato de la lengua, pecado éste que, sin ser mortal, exige una dolorosa penitencia y cierto dolor de contrición. _____________________________________________________________ A modo de estrambote en prosa Regresando de la manifestación, pasé por delante de las oficinas de Moody’s en Madrid. Y de repente me di cuenta de lo ridículos que son los nombres de estas agencias de calificación de los valores bursátiles, incluida la deuda de los distintos países. No entro en disquisiciones acerca del trabajo (?) de estos avispados urdidores de virgos y destructores de famas en el mundo financiero. Sólo voy a centrarme en sus nombres. Standard & Poor = Normalito y Pobre (nombre idóneo, ¿no?)
Moody’s = Caprichoso, temperamental (ideal para demostrar rigor y rectitud) Fitch = Piel de turón. (el turón, no lo olvidemos, es un mamífero carnicero de unos 35 cm de largo, de cuerpo prolongado, cabeza pequeña, hocico agudo y patas cortas. Despide olor fétido y habita en sitios donde abunda la caza, de la cual se alimenta. ¿Verdad que encaja?) |
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April 2022
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