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Idas y venidas

de un homo viator

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Rascacielos y calles peatonales

2/10/2010

 
Después de respirar la tradición popular de Zhujiaojiao, el viaje hay que completarlo recorriendo el sector financiero, donde se levantan los más impresionantes rascacielos del mundo. Las distintas empresas, bancos, hoteles, incluso gobiernos, han rivalizado por ver quién levanta su edificio unos metros por encima de los demás y, sobre todo, quién ofrece la estructura más original y atrevida. Un ejemplo de ello es la torre que fue construida por el gobierno japonés imitando una espada japonesa, y cuya forma y altura parece ir en contra de todas las leyes de la física. En esta torre está, en los últimos pisos (del 87 hacia arriba), uno de los dos hoteles Hyatt. Yo recomendaría a todo el que visite Shanghai tomar el ascensor y subir a esa planta, la 87, entrar en la cafetería y sentarse a disfrutar de un buen café, una cerveza europea (la china es malísima) o una copa. Los precios son muy razonables, tratándose de la cafetería de un hotel de lujo, en un ambiente de lujo, con unas camareras uniformadas, silenciosas y eficientes, y el espectáculo que se contempla desde sus ventanales es indescriptible. Por ejemplo, desde este lugar se puede contemplar la cúpula de la torre de telecomunicaciones, que está a poca distancia y es altísima, muy por debajo de nuestros pies, y eso hace que, sólo de pensar dónde nos encontramos, sintamos vértigo. Por supuesto, se ve toda la ría y el malecón y las luces de las calles comerciales, en suma, todo el centro de Shanghai a vista de hormiguero.



Satisfecha esta curiosidad y visto el sector financiero, tenemos varias opciones: entrar en uno de los centros comerciales que hay en él (uno de ellos es el Super Brand Mall) y ver la vorágine de compras a la que se entrega esta sociedad recién nacida al consumo capitalista. Por cierto, en el mencionado centro comercial (Super Brand Mall), hay un restaurante extremadamente recomendable: el Din Ti Fung, originariamente de Formosa, y ahora instalado en la nueva Meca financiera china.

La otra opción, más popular y asequible, es regresar al otro lado de la ría, en la ciudad antigua, a dos manzanas escasas del Malecón, y disfrutar del espectáculo de la calle peatonal, con sus luces multicolores, sus cientos de tiendas (algunas de marcas de verdad y no copias chinas), sus restaurantes y, sobre todo, la riada constante de personas de toda edad y condición que van en busca de diversión, compras y, por supuesto, espectáculo.


Aprovecho aquí para aconsejar a quien vaya a Shanghai que use el metro. Es fantástico, rápido, barato, y moverse en él es sencillo, porque todas las paradas están escritas en caracteres latinos además de en caracteres chinos, y buena parte de las indicaciones están en inglés. El billete se adquiere dentro de las estaciones en unas máquinas automáticas bilingües. Tienen una pantalla táctil en la que se selecciona el idioma, luego la estación de destino y el número de personas que viajan. Aparece en pantalla el precio que hay que pagar (por lo general, aunque depende de la distancia a recorrer, alrededor de 60 ó 70 céntimos de euro). La máquina expende unas tarjetas de plástico que hay que apoyar en el torniquete de entrada para que éste se abra. La tarjeta hay que conservarla porque, al salir, hay que introducirla de nuevo en el torniquete de salida, que esta vez se la traga. Además, al entrar en el metro hay que pasar las bolsas por un escáner de seguridad. Hay varias líneas bien interconectadas, lo que permite recorrer casi todas las zonas de la ciudad. Los andenes están concebidos con gran inteligencia, pues un mismo andén da acceso a las dos direcciones de una misma línea; de este modo, uno tiene tiempo de ver cuál es la dirección que le interesa. Una cosa muy importante es mirar en el plano de la ciudad cuál es la calle a la que nos dirigimos al salir del metro porque los accesos son inmensos y algunas estaciones tienen hasta 15 salidas distintas. Si no elegimos bien la salida que nos conviene, es probable que nos demos un largo paseo, primero por el interior y luego de nuevo en la calle. ¡El que avisa no es traidor!
 
En suma, la vida en Shanghai es: colorido, animación, contrastes, modernidad, vitalidad, tradición, consumo… ¡y explosión de vida! 


Fotos: 
Vista de rascacielos desde el piso 87 de la torre japonesa
Concierto de música popular en una plaza de la ciudad antigua
Metro de Shanghai
Adrián
6/10/2010 08:58:19

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